Fuego de Ángeles

martes, diciembre 20, 2005

Lluvia.

La media hora había pasado y Siuxsie empezaba a impacientarse... Rosa, impertinente como siempre, llegaba sonriente al lugar. Poco faltaba para que El Oscuro se presentara en ella, poco también para que la policía llegara al hotel.

-Conforme mi querida? –dijo Siuxsie con tono desafiante- Espero que por un largo rato no nos des problemas.
- Claro!!! Acá la única que da problemas soy yo. Estúpido ángel, de no necesitarte, y de no estar tan satisfecha por la cena te estaría desplumando...
- Mirá, engendro...
- Basta!!! No van a discutir de nuevo. Si es necesario voy a ponerle un cierre en la boca a cada una...


Ginebra parecía estar en otra parte. A lo lejos, escuchaba la suave canción incomprensible, una brisa cálida que provenía de algún rincón azulado de la noche. De improviso, mientras las demás hablaban, giró sobre sus talones y empezó a caminar, siguiendo al viento.

-Ey, a dónde va la cosa esa?- voceó Rosa.
- Ginebra!, te dije que no lo escuches...
- No, no. Yo no escucho nada. Nada nada nada nada nada nada...


Su voz se iba apagando, estaba como en trance. Siuxsie, observando el saco negro que le pertenecía a la humana y que era su única vestimenta, vaciló acerca de lo que debía hacer. No podía andar desnuda por las calles, pero veía a Ginebra temblar. Electra correteó tras los pasos de ésta, y la agarró de los hombros.

-Tranquila... Puedes escucharme? Me escuchas? Dí algo...
-Algo!!!- gritó Rosa jocosa, la comida le había sentado bien, y la había puesto de considerable buen humor a pesar de su leve discusión con Siuxsie.
- Cállate –la reprimió ésta.
- Qué falta de sentido del humor...



Electra volteó a Ginebra, y observo sus ojos en blanco. Sin duda estaba en la fase terminal de la transformación, y necesitaba descansar, pero no sabía si lo que en ese momento escuchaba en su cabeza eran los cánticos de los dioses o la voz del Oscuro.

- Dime que ves.
- Veo... Veo a Siux, desplumada.
- Jajajajajajajajaja!!!! –Rosa no pudo contenerse.
- Me tienes harta. –Siuxsie estaba perdiendo su escasa paciencia una vez más.
- Silencio! –Electra estaba seria, sabía que esa forma de llamar a Siuxsie era propia de un ser que le tenía tanto odio como cariño, tan fuertes ambos sentimientos que la única manera de apaciguar ambos era destruyéndola. Era una expresión típica del Oscuro. No pudo evitar recordar su ira cuando se dirigió a ella como “Eli”- Qué más ves?
- Veo nieve, veo árboles, muchos árboles muertos... Todos están muertos...
- Electra, hay que sacarla de esa quimera, rápido. –Siuxsie sabía de lo que estaba hablando.
- Quizás puede sernos de utilidad, que nos de alguna información del lugar, de lo que puede ocurrir.
- No. Definitivamente no. Es peligroso para ella. Puede destruirla, y eso sin contar que de esa manera nos encontrará más fácil.

Electra no sabía que hacer. Por un lado, era verdad lo que decía: seguir escuchando a Ginebra en su trance daba pistas de los acontecimientos tal como los veía el Oscuro, y eso, podía ser muy útil. Por otro lado, si bien al principio había sentido una cierta responsabilidad para con la ex humana por ser de su misma estirpe, debía reconocer que una vez finalizado el cambio Ginebra se encontraría en una escala superior a la de ella: sería una diosa. Con todos los poderes que eso implicaba. Una humana devenida en diosa que podía caer fácilmente en las garras del Oscuro, o que podía suplirla en su papel a ella, la semidiosa pura que hacía siglos habitaba la Tierra.

Siuxsie se dio cuenta de lo que pasaba por la cabeza de Electra, y se apresuró a corregir la situación. Hizo a un lado a la semidiosa, haciéndola salir de sus pensamientos, y sacudió a Ginebra con fuerza.

-No voy a dejar que las cosas se arruinen tan rápido.

Ginebra, estaba adormilada, pero tenía un poco más de control sobre sí, hasta que repentinamente gritó.

-Viene hacia acá!

Rosa dejó de juguetear con los diarios que tapaban a un linyera acostado en un banco de la plazoleta de la calle principal, y miró bruscamente hacia el cordón de la vereda. El agua se estaba oscureciendo, y reflejaba demasiado la luz de la luna.

-Tiene razón. Hay que irse.
-Pero a dónde? –Ginebra estaba cansada, sin duda necesitaba reposar.
-No tengo la menor idea, pero hay que irse rápido de acá, vámonos a la mierda, pero rápido! –y empezó a caminar a paso ligero.
-A dónde se te ocurre que puedes llevarnos? –preguntó Electra, algo sobrepuesta de la anterior escena.
-Volvamos a los rieles.
-Rosa no es que yo desconfíe de tus brillantes y maravillosas ideas, pero me parece recordar que no hace mucho salimos de ahí, y si no estoy equivocada, es el lugar donde puede aparecer alguna de tus otras amiguitas y realmente estoy lo bastante cansada como para tener que matar de nuevo...
- Puede alguien escucharme alguna vez sin cuestionar lo que digo? –preguntó Rosa con evidente malestar.
- No. –dijeron al unísono Electra y Siuxsie.
- Váyanse a la mierda. Yo me voy.
- No. –dijo con tono autoritario Ginebra, que se mantenía callada hasta ahora.- El Oscuro está más cerca tuyo de lo que piensas...
- Ahora ésta se cree que me va a dar órdenes!!! –No pudo contenerse y se abalanzo contra ella.

Ginebra no supo cómo pero sin tocarla siquiera la arrojó contra el suelo.

- Ahora si que voy a despedazarte pedazo de...
- Basta!!! –Siuxsie abrió nuevamente sus alas.

Un trueno las ensordeció. Estaban en el punto exacto que El Oscuro quería. Si no lograban entenderse, él estaba más cerca. Si lo lograban y partían, él seguía estando cerca. Ya estaban debidamente localizadas. Una lluvia se desató con furia sobre sus cabezas.

lunes, agosto 08, 2005

La imagen del ángel

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domingo, mayo 29, 2005

Ginebra y sus...¿recuerdos?

Electra tocó suelo firme, y como si una mano le golpease la nuca cayó... Ginebra quedó recostada en el suelo. Siuxsie se dio vuelta ayudando a incorporarse a Electra, y la mujer (bueno, ya no)se puso de pie. Algo en sus ojos latía con el viento enviciado del suburbio, todavía se oían los gritos arriba, el espanto, el placer, el hambre saciado, el escape, imposible que no hubiera repercusión de la masacre.

Trató Ginebra de mirar a su alrededor, y no logró si no cerrar los ojos. Cerrar los ojos y sentir un fuego en la planta de sus pies, un líquido viscoso en sus manos, y un poder demente, un grito, vio (o creyó ver) a Siuxsie moribunda y casi sin alas, a Rosa llorando a implorando a unos pies descalzos y extremadamente blancos, Electra maniatada y borroneada sobre una tela gris... ¿Qué era si no sangre lo que saboreaba en su boca?¿Qué había tras esos ojos que la perseguían incansablemente en la oscuridad reinante de sus párpados? Susurros... “Hola... Vienes directo a mis brazos, a mi boca, a mí... no hay escalas...”. Un sacudón de Siuxsie le abrió los ojos, “No lo escuches por favor”, pidió Electra visiblemente alterada. Caminaron por la calle principal, llegaron a los sauces, de lejos una risa, un canto incompresible... Rosa caminaba sobre las hojas secas, lamía sus dedos, casi no sentía al Oscuro en sus garras...

sábado, marzo 19, 2005

Electra y sus recuerdos

Aquella noche...
(sin sueños, como siempre...)
algo crecía...
(¿¡De quién sale!?)
La vi.
Sentí su color desatándose a través de la noche, herida y con una pluma sobre su sangre negra.

********************
La paz de un agobio me llena de pudores frios (sentada en la Iglesia de almas).
Camino a través de un tul amarillo
plagado de ángeles mediocres
para acercarme de a poco al otoño.
Se yergue una corchea
en el vacuo espacio,
mientras arde el roce del
destino sobre el que
camino
(el tul acaricia raspando con suavidad el altar de ésta Iglesia).
¿¡Dónde estará el beso del apaciguado!?
Beber de su copa. Allí está el otro ángel.
(¡Y cuanto deseo su abrazo, evadiendo las manos negras!).

En el altar se destroza una mosca al atraparse en la tela
y la miro extasiada
sin remediar su vida sin alas.
¿Dónde estará el oscuro?

Sobre el altar veo cinco lanzas (entrecruzadas)
y no puedo emular a mis héroes.

La mosca ha querido beber
(pero la copa está vacía para ella).
Un bifocal descansa sobre el mármol frío
(como ofrenda al mausoleo)
y su resplandor me enceguece
(¿O será la tela amarilla?).
Los ángeles me espían...
Comienzo a irme
(debajo del altar, la puerta).

(¡¡La puerta!! ¡¡¡Abrí la puerta de una vez!!!)

martes, diciembre 14, 2004

Entre sueños...

Ginebra cayó rendida por el dolor, el cansancio, la noche, y la pluma. Entró en un sueño profundo, casi un nirvana, pero aún así su cerebro seguía tratando de buscar respuestas y más preguntas. Se sucedieron las imágenes de lo ocurrido, la cara de Rosa, la mirada de Electra, las alas de Siuxsie. Se vió a sí misma en un extraño mar, perdida o no tanto, se vió de nuevo cayendo a los pies del ángel. Envuelta en sabores y olores, recordó ese olor a amapolas, a opio, a humo. Recordó también el hambre de Rosa, el halo de Petra, la sangre negra... Electra entre entusiasmada asustada sorprendida y complacida. Súbitamente, una imagen nueva, unos ojos que no eran los suyos pero se parecían demasiado la intimidaron en medio de la noche. Despertó sobresaltada, la pluma no resistió tampoco esa mirada y se quebró. Todas a sus alrededor parecían dormir. Sí, mejor tratar de dormir. Sí, mejor hacer de cuenta que no le dolía, o convertir su dolor en sueño. La fiebre empezaba a subir, y poco a poco, con una palidez creciente, el sueño ganaba sus párpados y se empezaba a llevar su vida mortal... Comienza la agonía del regreso de la diosa.

viernes, diciembre 10, 2004

Velas

Sentada entre las dudas...

Esa maldita.
(¿Por qué tiene que meterse?) Es mi responsabilidad!!!
Se resbala una duda, mientras Rosa me mira de reojo.
Parece que sospechara algo... Parece que supiera algo...
Sé que quiere comer...

Mientras tanto, la pluma de Siuxsie sangra, y un silencio tiende a perdurarse en el grupo...

Debemos dormir.
Nada pasará esta noche...
Pero mañana.
(mañana habrá que temer al Oscuro).

Es su día.


jueves, noviembre 11, 2004

Gigantes de mármol

Caimos en el sucio bar... ese en el que nadie preguntaba nada, más que el silencioso pedido de nuestras voces acalladas por la acolchonada paciencia del dueño.

- Debemos tener cuidado... Los colores del tunel van acercándose a las nubes... Lo siento... está muy cerca de nosotras...

(Percibí de pronto una mirada temerosa de Ginebra... pobre niña... le dolía demasiado... Y yo, sin poder hacer nada!!!)

- Hay algo que no entiendo... ¿Qué hace ella con nosotras? - Siuxsie miraba a Rosa con desconfianza (no puedo culparla) - Se supone que...

- ¡Basta! ¡No es ella a quien tenemos que juzgar!

Los ojos de Rosa refulgieron, con odio incontenible (pero no podía... estaba fuera de su elemento).

- ¡¿Y vos quién sos para darnos órdenes?!

- Precisamente vos no sos quien debería preguntarlo...

Un quejido de Ginebra nos hizo callar. Imagino que la realidad de su nuevo espacio la asustaba... O quizás su herida...
Una nube negra y siruposa se estancó en la niebla entrante.
Casi como el silencio de las cosas dichas, un péndulo de tiempo se hamacaba en nuestras narices... Supe que finalmente estaba llegando.
Como una visión, el viento me traía imágenes de un pasado no ocurrido, de un día abstemio de ignorancia... De a poco, la niebla de la ducha de vacío nos acorralaba...
Y la verdad, el destino, como uno de esos gigantes que se enroscan en sus propios tobillos, para no tropezarse con sus cordones, iba desollándose... Creo que ellas también lo sabían..
(No estaba en mi mano hacer otra cosa).

- Pero... ¿Ustedes necesitan dormir? - El hilo de voz de Ginebra rompió por un instante el hechizo...

- ¡¡Claro!! ¿Qué creías?

- Necesito comer - carraspeó Rosa - Quiero algo suculento. - sus ojos parecian estallar, mientras miraba de reojo a Ginebra, una Ginebra débil, casi sentada en vilo del aire... en la orilla del afuera, en el límite del témpano de la realidad y el delirio.

- Ya te voy a conseguir algo - No podía permitir otro ataque... La humana moriría... pero... ¿Acaso era realmente humana? Los restos de su sangre negra aún palpitaban en mis dedos.

- Yo me aburro...

Me asustaba Siuxsie... Apenas la sentía allí... Estaba tan lejos... Mirarla a los ojos de vuelta... ¿Quién era? El fastidio empezaba a invadirlas... mientras sin pausas, las imágenes de siempre volvían a repetirse... ¿Qué podría hacer?

Quizás, lo mejor era dejar que descansaran... Un día más, una noche más, no haría diferencia.